miércoles, 5 de septiembre de 2012

Conflicto

Conflicto en el restaurante.
[Trascripción del cuarto cuento de libro "Relaciones Creativas", por Francisco Ingouville.]

En un restaurante, un cliente barbudo y gordo llama al mozo y le pide que por favor baje el volumen de la música, porque no soporta el rock.

–Ay, señor –contesta el mozo–, no sé qué decirle… Hace apenas un minuto la gente de aquella mesa me pidió que subiera el volumen.

–Insisto –dice el comensal en voz serena pero firme, quitando apenas los ojos del trozo de pan que está enmantecando.

–Consultaré con ellos –dice el mozo, tratando de ser diplomático. Y va hasta la otra mesa, donde se lo ve hablar y gesticular, para luego retornar con cierta expresión desalentada– No se han dejado convencer… Dicen que siempre comen con música o televisión en cualquier lado al que van y que, en todo caso, querrían que el volumen estuviese más alto aún.

El mozo va y viene un par de veces más y consulta con el dueño del restaurante, que mira incómodo hacia ambas mesas sin saber cómo salir de esta difícil situación. Todo el acto ha llamado la atención de otras personas que ocupan mesas intermedias. En una de ellas, hay un juez comiendo con un mediador. El patrón del restaurante, que los conoce, acude a ellos para que lo ayuden y les explica los detalles de la situación.

El juez aconseja al patrón que reúna a ambas partes y les explique:

–Por simple lógica comprenderán que la música no puede estar más fuerte y más baja al mismo tiempo. No hay normas ni usos y costumbres que indiquen con precisión si debe estar así o un poco más suave, así que uno de los dos tendrá que ganar y otro perder. Para ello me voy a guiar por el principio generalmente aceptado de la antigüedad: el que llegó primero tiene más derecho y el otro acepta o se va a comer a otro lado.

El mediador le dice:

–El acuerdo debe basarse en los intereses de ellos: si no escuché mal, lo que no soporta el señor de barba es el rock, mientras que a los otros les da más o menos lo mismo cualquier cosa porque hasta comen con la televisión prendida. Yo les preguntaría si estarían dispuestos a aceptar un acuerdo en el que el barbudo elija la música y los otros el volumen.

Acabamos de ver cómo las nuevas tendencias se orientan más hacia elaborar acuerdos según lo que las partes están dispuestas a aceptar que según los derechos que otorga el pasado. Obviamente, estas tendencias trabajan con el supuesto de que existe una ley y jueces que emitirán sus sentencias en caso de que ellos no logren un acuerdo. Sin embargo, en la mayoría de las negociaciones que llevamos a cabo a diario, no hay motivos suficientes para acudir a la justicia. Cuando analizamos con la familia qué haremos para las vacaciones o estamos conversando de trabajo con un proveedor, ni se nos ocurre que la justicia pudiera intervenir, gracias a Dios. Es allí, quizá, donde más útil es esa actitud de sentarse del mismo lado y buscar la satisfacción de las necesidades de todas las partes. Y pensar en lo diferente de nuestras necesidades para que cada uno se quede con lo que más le interesa a cambio de lo que no le es tan prioritario.