lunes, 20 de agosto de 2012

Sesgos en la toma de decisiones.

Nuestra mente para alivianar la toma de decisiones contiene en su interior rutinas inconscientes denominadas “heurísticas”. Estas son procesos internos que nos permiten automatizar elecciones y nos ayudan, en función a nuestra experiencia, elegir alternativas de forma más rápida y eficiente.

Las mismas heurísticas que nos permiten alivianar nuestra carga decisoria pueden llegar a ser trampas mortales a la hora de la toma decisiones.

Sesgos en la toma de decisiones:

Una de las formas que toma es el anclaje. El anclaje se encuentra relacionado con los estereotipos y los eventos pasados. Aparece al momento de la toma de decisiones llevándonos a dejar de analizar una situación en toda su dimensión, o con la profundidad necesaria, solo por la presencia de una situación del pasado similar o por ingresarla en un estereotipo con patrones preestablecidos. Nos impiden ver esta situación con sus particularidades. Las estandarizamos y resolvemos en funciones a eventos que no se condicen con lo que de verdad está pasando.

Otra forma en la que aparecen estas heurísticas es en nuestro apego por el status quo arrastrándonos hacia nuestra zona de confort y al evitar tomar decisiones que lo pongan en riesgo. Nos escudamos a ultranza a mejor malo conocido que bueno por conocer. No nos gusta ir en contra de lo que ya hemos decidió. Los riesgos de ir en contra de este status quo son altos, vamos contra nuestro orgullo, nuestras visiones previas. El problema que este sesgo tiene es que se valora más el status quo que el resto de las soluciones dando lugar a la elución de la toma de decisiones con sustento en el mismo.

Uno de los sesgos a los cuales nos encontramos más expuestos es el relacionado con los costos hundidos. Este aparece en los momentos que nos encontramos analizando decisiones ya tomadas o vemos la evolución de algún producto que lanzamos al mercado o mismos a la mitad de un proyecto en el cual nos estamos desenvolviendo. Este sesgo nos hace ir en direcciones erróneas en el afán de justificar aquellas decisiones que son parte del pasado teniendo como fundamento más fuerte el “ya gastamos…” “ya destinamos recursos” a pesar de ver que los resultados no son los esperado llevándonos en una gran cantidad de situaciones a gastar más, invertir más en proyectos que no están teniendo el rendimiento que deberían sin contrastar contra ninguna opción alternativa que pudiera mejorar esta situación. Es difícil para todos nosotros dar un golpe de timón ante estos eventos por un lado por los costos que ya fueron asumidos pero principalmente por algo inerte a nuestra condición humana que es la dificultad de admitir un error.

Ahora nos adentraremos en otro de los sesgos de mayor impacto sobre nosotros en nuestro día a día. ¿Cuantas veces han buscado información o pedido información para tomar alguna decisión de importancia? Casi seguro que en casi todas las situaciones decisorias nos remitimos a fuentes para validar nuestras intuiciones o percepciones. De estas veces que ha buscado información, ¿Cuántas veces ha buscado información intentando refutar su pensamiento? ¿Cuantas veces ha orientado su búsqueda desde una perspectiva negativa? ¿Cuántos hemos buscado un no antes que un sí? El sesgo que estamos tratando es el llamado de afirmación positiva. Este se manifiesta cuando al momento de tomar la decisión lo único que se trata de obtener es información validadora haciendo oídos sordos a cualquier otro tipo de información. De este forma nos auto convenzamos de algo sin tener una visión global de la situación pudiendo llevarnos a caminos indeseados ante esa decisión.

La próxima trampa mental que sacaremos a la luz es la de planificación y forecasting caracterizada por exceso de confianza o a su inversa el exceso de prudencia. Esto se da cuando sin ningún fundamento aparente nos ponemos a planificar y sobreestimamos o subestimamos. Por otro lado otro de los grandes temas de este sesgo es la ponderación de la última información por sobre el resto.

Finalmente el último de los sesgos es el del efecto marco. Este consta de ver la realidad desde la perspectiva en la que estamos envueltos sin buscar puntos de vista más globales. Está muy asociado con los conceptos de anclaje y status quo. Por ejemplo al momento de hablar de alguna nueva propuesta muchas veces la contrastamos desde nuestra situación actual y no nos alejamos de esta para buscar un cable a tierra más objetivo. De esta forma grandes propuestas pueden verse empañadas por una visión distorsionada de la realidad causada por el momento en el que nos encontramos o las experiencias pasadas que hemos tenido.