miércoles, 15 de junio de 2011

¿Por qué a mí?

De los errores se aprende. Por eso, las equivocaciones deben tomarse como impulsoras del desarrollo profesional y como creadoras de oportunidades.


El error es inherente a todo ser humano, todos cometemos errores en algún momento de nuestras vidas ya sea en el trabajo, en nuestro centro de estudios o en nuestra vida diaria. Pero, en cuanto al trabajo, los expertos coinciden en que todos tienen solución: “Desde lo más trivial hasta la pérdida del puesto de trabajo”. Lo que nos diferencia es cómo nos enfrentamos al error. “Lo peor que se puede hacer es negar el fallo o buscar culpables. Lo mejor es reconocerlo, explicar los distintos motivos por los que se tomó la decisión y extraer un aprendizaje”, aconseja Pilar Jericó, socia directora de Be Up.

¿Qué se debe hacer?

La gestión del error significa corregirlo y aprender de él para que no vuelva a suceder. Este es un proceso complicado ya que su aparición nos produce decepción y enojo, e interpretamos su aparición como una señal de que algo se está haciendo mal, por ello, lo abandonamos cuando en verdad es una alerta para hacer un cambio de sentido.

Para convertir los errores en oportunidades debemos pasar por tres pasos: la aceptación, el análisis y el aprendizaje. En el fondo se trata de un cambio de actitud. En lugar de pensar “¿por qué me tienen que pasar estas cosas a mí?”, hay que verlo como “¿qué tengo que hacer para que este error me sirva de aprendizaje?”.

Cumplido esto, la próxima vez será posible identificar la situación para que no vuelva a suceder. Todos nos equivocamos, pero si se ha reaccionado rápido y se ha aportado una solución, la confianza y la credibilidad se restablecen.