viernes, 5 de septiembre de 2014

CAPACITACIÓN… ¿GASTO O INVERSIÓN?


En épocas de crisis, incertidumbre y por sobre todo, donde las ventas sufren contracciones, un gran dilema se presenta ante todos los gerentes al tratar de equilibrar sus presupuestos: ¿En dónde podemos reducir gastos? Aunque este interrogante se presente recurrentemente y debiera ser de muy difícil respuesta, en muchas ocasiones es rápidamente dirigido hacia los mismos lugares: personal, capacitación, beneficios y toda clase de procesos, productos o servicios, que se suelen considerar “no prioritarios”.

El solo hecho de referirse al “gasto en capacitación”- frase que también se escucha cuando se refiere a la educación en general, – y no a la “inversión en capacitación”, conlleva una connotación sumamente negativa y es una de las raíces de no considerar a este proceso como estratégico. Mientras que la capacitación siga siendo ubicada dentro de la sección de gastos en los presupuestos organizacionales, de seguro continuará siendo un área más donde se recorte el presupuesto sin lamentarse mucho por las consecuencias, ya que el término “gasto” presupone un esfuerzo económico que no genera ningún retorno. Siendo dueño o gerente en una empresa, si una inversión no genera algún retorno mínimamente tangible – y no me refiero únicamente a los de índole económica- es lógico que la primer reacción sea asociarla con un gasto, ya que no recibo nada a cambio. Visto con estos ojos, es una interpretación que puede ser tener cierta validez.

Sabemos que es difícil demostrar efectividad e impacto en procesos intangibles como ser la transferencia de conocimientos, habilidades y actitudes, pero hoy existe un amplio herramental que nos permite visualizar si las acciones de formación son efectivas y producen cambios reales en los trabajadores y en la organización, lo que habilitaría a posicionarla como inversión

Si queremos transformar el término “gasto” en “inversión”, tenemos que buscar alternativas que hagan más tangible los resultados de nuestras acciones, midiendo la efectividad e impacto, involucrándonos y comprometiéndonos en cada decisión que tomemos, alineándolos con la visión organizacional y apelando a la creatividad para no depender siempre de recursos económicos para implementar nuestras acciones.

Quisiera invitarlos a que prueben ubicar a la capacitación dentro de las secciones de inversión en el presupuesto de cada empresa, pero por sobre todo, los invito a cambiar la cultura de cada organización para que el aprendizaje sea considerado como una inversión estratégica.