jueves, 31 de julio de 2014
SEGURIDAD EN LA OFICINA
Cuando se habla de prevención de los accidentes de trabajo siempre se piensa en los ocurridos en sectores como la construcción, industria, o transportes, pero casi nunca se piensa en los accidentes que suelen ocurrir en las oficinas, estos accidentes son bastante frecuentes y como normalmente no tienen la gravedad de los anteriores, no se les suele dar la importancia que se merecen.
El trabajo de oficina no es potencialmente tan peligroso como otros, por lo que es ahí precisamente donde reside el peligro para el trabajador intelectual. Posiblemente conozcamos ciertas situaciones de riesgo o al menos las intuyamos, pero seguro que casi nunca nos hemos detenido a considerarlas.
Cada oficinista sufre un accidente, una vez por lo menos, claro que muchos accidentes son de poca importancia, un par de días de baja y listo, pero por cada 1.000 empleados en oficinas, anualmente se registran 20 accidentes de más de 3 días de baja, y de estos 20 accidentes uno es tan grave que concluye en incapacidad permanente.
En todo accidente interactúan tres elementos:
• El agente, que es el objeto peligroso o mecanismo que lo produce.
• El medio, que es la situación o circunstancia física o social en que se produce.
• El accidentado, que es quien lo sufre.
Podemos evitar el accidente tomando una actitud preactiva hacia la prevención:
• Examinando críticamente los lugares de trabajo.
• Identificando cuáles pueden ser los sistemas, elementos o equipos que encierren peligros.
• Solicitando se realicen las mejoras necesarias para que el lugar de trabajo sea seguro.
• Modificando los comportamientos que impliquen riesgos para los trabajadores.
• Detectar el problema y corregir es la clave del éxito para prevenir accidentes.
Los riesgos más comunes que se encuentran presentes en las oficinas son:
• Caídas de altura, por ejemplo de la silla de trabajo; caídas a un mismo nivel por pisos defectuosos.
• Golpes por cajones abiertos, mamparas no señalizadas, mobiliario mal dispuesto.
• Electrocución por falta de protección.
• Cortes con elementos filosos o guillotinas.
• Sobreesfuerzos por traslado incorrecto de cargas.
Medidas preventivas:
• Solicitar que reparen de inmediato enchufes, interruptores o cables eléctricos en mal estado.
• Si se usan estufas eléctricas, asegurarse que tengan una buena base de sustentación y que el interruptor esté protegido para evitar que se enciendan si llegaran a volcarse.
• Almacenar las substancias combustibles en lugares ventilados y lejanos a fuentes de calor.
• Todas las oficinas deben contar con equipos de extinción (hidrantes o matafuegos) en cantidad y distribución apropiada, revisados y mantenidos periódicamente.
• El personal debe estar capacitado para el uso de los elementos de extinción.
• Los accesos a los matafuegos o a los hidrantes no deben obstruirse, deben mantenerse despejadas las salidas, los pasillos y, si las hubiera, las salidas de emergencia.
• Es necesario contar con iluminación de emergencia en los puntos estratégicos: pasillos, salidas, etc.
• Las salidas y las rutas que deban seguirse en una posible evacuación deben estar adecuadamente señalizadas por medio de carteles y flechas de tamaño y color normalizado.
Muchos peligros presentes en las oficinas se pueden eliminar recurriendo al sentido común, como ocurre en nuestra vida privada; lo importante es utilizar buenas prácticas de seguridad, lo que se consigue con la cultura preventiva.
Trabajar de una manera segura y saludable en oficinas requiere conocer los riesgos asociados a las tareas que en ese marco se desarrollan para poder apropiarse y sostener una actitud preventiva como valor dentro de la organización.
Implementar acciones de promoción y capacitación colabora en la construcción de un espacio sano y seguro de trabajo.