El coaching ontológico es una disciplina profesional emergente de asistencia a las personas (individuales o grupales) para que ellas puedan conseguir resultados, los cuales sin la intervención de un coach, no podrían lograr por si solas.
El coaching nace de una base filosófica y científica. Los seres humanos obtenemos resultados (dominio del tener) dependiendo de las acciones que tomamos (dominio del hacer). Y las acciones que tomamos están íntimamente relacionadas con la manera en que nos observamos a nosotros mismos y observamos el mundo (dominio del ser).
El coaching trabaja fundamentalmente en el dominio del ser, produciendo cambios en el tipo de observador que es la persona.
Una vez estos cambios fueron hechos en la persona (por ella misma), su perspectiva se amplia, se convierte en un observador diferente y tiene acceso a tomar acciones diferentes, logrando resultados nunca antes alcanzados por ella. Se produce un cambio ontológico en la persona y sus paradigmas, sus patrones de interpretación y análisis de las cosas.
La función del coach es la de asistir a la persona en lograr los resultados declarados por ella y el resultado del coach se ve en los resultados de esta persona. Para eso el coach utiliza el lenguaje (verbal y corporal) como base para su trabajo. El hablar y escuchar del coach son un factor determinante en la relación entre ambos y en la efectividad para los logros de la persona.
El coach debe tener la capacidad de diseñar conversaciones que abran a la persona nuevos accesos para tomar acciones comprometidas que ayuden al logro de los resultados. La relación y la confianza son lo mas importante en cualquier interacción de coaching. El coaching no enseña, dirige ni aconseja. Esta es la principal diferencia con otras disciplinas, donde se prioriza la transmisión de conocimiento.
El trabajo del coach en una interacción con otra persona se puede ver de la siguiente manera:
- Escucha los objetivos del coachee
- Observa sus acciones
- Detecta lo que está faltando para el logro de resultados
- Diseña conversaciones para alinear sus acciones con su compromiso
- Lo asiste hasta que logre los resultados deseados
martes, 28 de junio de 2011
miércoles, 15 de junio de 2011
¿Por qué a mí?
De los errores se aprende. Por eso, las equivocaciones deben tomarse como impulsoras del desarrollo profesional y como creadoras de oportunidades.
El error es inherente a todo ser humano, todos cometemos errores en algún momento de nuestras vidas ya sea en el trabajo, en nuestro centro de estudios o en nuestra vida diaria. Pero, en cuanto al trabajo, los expertos coinciden en que todos tienen solución: “Desde lo más trivial hasta la pérdida del puesto de trabajo”. Lo que nos diferencia es cómo nos enfrentamos al error. “Lo peor que se puede hacer es negar el fallo o buscar culpables. Lo mejor es reconocerlo, explicar los distintos motivos por los que se tomó la decisión y extraer un aprendizaje”, aconseja Pilar Jericó, socia directora de Be Up.
¿Qué se debe hacer?
La gestión del error significa corregirlo y aprender de él para que no vuelva a suceder. Este es un proceso complicado ya que su aparición nos produce decepción y enojo, e interpretamos su aparición como una señal de que algo se está haciendo mal, por ello, lo abandonamos cuando en verdad es una alerta para hacer un cambio de sentido.
Para convertir los errores en oportunidades debemos pasar por tres pasos: la aceptación, el análisis y el aprendizaje. En el fondo se trata de un cambio de actitud. En lugar de pensar “¿por qué me tienen que pasar estas cosas a mí?”, hay que verlo como “¿qué tengo que hacer para que este error me sirva de aprendizaje?”.
Cumplido esto, la próxima vez será posible identificar la situación para que no vuelva a suceder. Todos nos equivocamos, pero si se ha reaccionado rápido y se ha aportado una solución, la confianza y la credibilidad se restablecen.
El error es inherente a todo ser humano, todos cometemos errores en algún momento de nuestras vidas ya sea en el trabajo, en nuestro centro de estudios o en nuestra vida diaria. Pero, en cuanto al trabajo, los expertos coinciden en que todos tienen solución: “Desde lo más trivial hasta la pérdida del puesto de trabajo”. Lo que nos diferencia es cómo nos enfrentamos al error. “Lo peor que se puede hacer es negar el fallo o buscar culpables. Lo mejor es reconocerlo, explicar los distintos motivos por los que se tomó la decisión y extraer un aprendizaje”, aconseja Pilar Jericó, socia directora de Be Up.
¿Qué se debe hacer?
La gestión del error significa corregirlo y aprender de él para que no vuelva a suceder. Este es un proceso complicado ya que su aparición nos produce decepción y enojo, e interpretamos su aparición como una señal de que algo se está haciendo mal, por ello, lo abandonamos cuando en verdad es una alerta para hacer un cambio de sentido.
Para convertir los errores en oportunidades debemos pasar por tres pasos: la aceptación, el análisis y el aprendizaje. En el fondo se trata de un cambio de actitud. En lugar de pensar “¿por qué me tienen que pasar estas cosas a mí?”, hay que verlo como “¿qué tengo que hacer para que este error me sirva de aprendizaje?”.
Cumplido esto, la próxima vez será posible identificar la situación para que no vuelva a suceder. Todos nos equivocamos, pero si se ha reaccionado rápido y se ha aportado una solución, la confianza y la credibilidad se restablecen.
jueves, 9 de junio de 2011
Buena Inversión
Las empresas que implementan técnicas de coaching consiguen un retorno de la inversión de hasta el 70 por ciento.
Más de un millar de profesionales en España y en países como Italia, Portugal, México o Argentina se han formado con este Programa de Certificación de Coaching Ejecutivo de la entidad. Sólo en 2010, la actividad del coaching experimentó un crecimiento del 30 por ciento.
Las técnicas de coaching generan un espacio de aprendizaje permanente que ayuda a derribar obstáculos, superar límites y estimular la innovación y la creatividad que se contabilizan, después, en una mayor productividad. Su esencia está en transformar las relaciones que se dan en la empresa y en estimular un cambio de paradigmas que transforma el tradicional rol del jefe en el de facilitador/entrenador o coach.
El coach no puede cambiar lo que ha ocurrido pero sí puede ayudar a alguien a cambiar su interpretación acerca de ello. Lo que hace el coach es conversar con su cliente, sin aconsejarle ni ofrecerle soluciones (su función es diferente a la de un consultor). Su metodología consiste en hacer preguntas para que su cliente se replantee incluso lo más obvio y recapacite sobre qué tipo de observador está siendo de las circunstancias, de las situaciones y de las acciones que está llevando a cabo y que no le están permitiendo conseguir sus objetivos.
Más de un millar de profesionales en España y en países como Italia, Portugal, México o Argentina se han formado con este Programa de Certificación de Coaching Ejecutivo de la entidad. Sólo en 2010, la actividad del coaching experimentó un crecimiento del 30 por ciento.
Las técnicas de coaching generan un espacio de aprendizaje permanente que ayuda a derribar obstáculos, superar límites y estimular la innovación y la creatividad que se contabilizan, después, en una mayor productividad. Su esencia está en transformar las relaciones que se dan en la empresa y en estimular un cambio de paradigmas que transforma el tradicional rol del jefe en el de facilitador/entrenador o coach.
El coach no puede cambiar lo que ha ocurrido pero sí puede ayudar a alguien a cambiar su interpretación acerca de ello. Lo que hace el coach es conversar con su cliente, sin aconsejarle ni ofrecerle soluciones (su función es diferente a la de un consultor). Su metodología consiste en hacer preguntas para que su cliente se replantee incluso lo más obvio y recapacite sobre qué tipo de observador está siendo de las circunstancias, de las situaciones y de las acciones que está llevando a cabo y que no le están permitiendo conseguir sus objetivos.
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